En el ámbito de la teoría de las artes escénicas y el pensamiento crítico contemporáneo, el concepto de totalidad adquiere una dimensión especial al ser interpretado desde la perspectiva de Peggy Phelan. Este término, aunque no siempre explícito en sus escritos, emerge en sus análisis como un contrapunto fundamental para comprender la naturaleza efímera y la experiencia directa de la performance. A través de su obra, Phelan cuestiona la posibilidad de representar, documentar o conservar la experiencia escénica, lo cual lleva a plantear una reflexión sobre la totalidad como algo que trasciende el registro material. En este artículo exploraremos a fondo qué implica este concepto desde la mirada de Peggy Phelan, su evolución y su relevancia en el análisis de las artes performativas.
¿Qué es la totalidad según Peggy Phelan?
Peggy Phelan, catedrática en teoría de las artes escénicas y autora de la influyente obra *Unseeing Vision. Theories of Performance and the Limits of the Documentary*, ha dedicado gran parte de su carrera académica a explorar la imposibilidad de documentar la performance. En este contexto, el concepto de totalidad no se refiere simplemente a una representación completa de un evento escénico, sino a la experiencia íntegra, efímera y no replicable que se vive en el momento de la performance. Phelan argumenta que la totalidad escénica no puede ser capturada ni documentada de manera adecuada, ya que la performance existe solo en su presencia inmediata y en la interacción entre el artista y el público.
Un dato interesante es que Peggy Phelan introdujo este debate en la década de 1990, en un momento en que los estudiosos de la performance comenzaban a cuestionar la viabilidad del documento como medio de preservación. Su crítica a las imágenes fotográficas o cinematográficas como representaciones de la performance se basa en la idea de que estas imágenes no pueden capturar la totalidad de la experiencia escénica, que depende del cuerpo, el espacio y el tiempo específicos en que se desarrolla.
Además, Phelan propone que la totalidad de la performance es inseparable de su efemeridad. Esto significa que, aunque se puedan crear registros o documentos de la performance, estos siempre serán incompletos, ya que no pueden reproducir la atmósfera, el sonido, el olfato, ni la sensación de presencia física que experimenta el espectador en el momento mismo de la acción.
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La imposibilidad de capturar la experiencia escénica
Phelan sostiene que la experiencia escénica es, por su naturaleza, única e irrepetible. Esta no puede ser encapsulada por completo en un documento, una fotografía o un video, ya que estas formas de registro no capturan la totalidad de lo que ocurre en el momento mismo de la performance. En lugar de ser una simple representación, la performance es una experiencia sensorial, emocional y social que se produce en un espacio y tiempo concretos. Por tanto, la totalidad escénica, según Phelan, no es algo que pueda ser fijado ni conservado.
Esta visión se enmarca en una crítica más amplia hacia la cultura de la representación y el documento. Phelan argumenta que la performance no es un objeto que pueda ser documentado, sino un evento que trasciende cualquier registro. Esto la lleva a proponer que la performance es, en cierto sentido, inmediatamente efímera, es decir, que su valor y su significado residen precisamente en su no documentabilidad.
Además, Phelan cuestiona la idea de que una imagen o un texto pueda representar adecuadamente una performance. Para ella, cualquier intento de documentar una performance es necesariamente incompleto, ya que implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional.
La efemeridad como esencia de la performance
En este punto, es importante destacar que, según Phelan, la efemeridad no es un defecto de la performance, sino su esencia misma. La totalidad de la performance, por tanto, no reside en su capacidad de ser documentada, sino en su existencia única e irrepetible. Este planteamiento cuestiona la lógica tradicional de la representación y plantea una nueva forma de pensar sobre el arte escénico.
Phelan propone que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, sino a través de la experiencia directa del espectador. Esto implica una redefinición del arte escénico como algo que no se puede archivar ni conservar, sino que se vive en su momento y lugar específicos. Para Phelan, la totalidad de la performance es inseparable de su efemeridad, lo que la convierte en una experiencia que no puede ser replicada ni reconstituida de manera fiel.
Esta visión no solo tiene implicaciones teóricas, sino también éticas. Al reconocer la imposibilidad de documentar la performance, Phelan llama a una mayor atención hacia la experiencia inmediata y a una valoración del arte escénico que no dependa de su capacidad de ser fijada en un registro permanente.
Ejemplos de performance que ilustran la totalidad según Phelan
Un ejemplo clásico que Peggy Phelan utiliza para ilustrar la noción de totalidad es el trabajo del artista Marina Abramović. En su performance *The Artist is Present* (2007), Abramović se sentó en silencio durante horas frente a un público que podía sentarse a su lado si querían. Esta experiencia no puede ser completamente capturada por las imágenes de la performance, ya que su significado depende de la presencia física, el silencio compartido y la conexión emocional entre la artista y el espectador. La totalidad de esta performance no puede ser replicada ni documentada de manera adecuada, lo que la convierte en un ejemplo perfecto de lo que Phelan denomina una experiencia escénica efímera e irrepetible.
Otro ejemplo es el trabajo de Carolee Schneemann, quien en performances como *Meat Joy* (1964) utilizó carne cruda, pintura corporal y cuerpos en movimiento para explorar la relación entre arte, cuerpo y naturaleza. En este caso, la totalidad de la performance dependía de la interacción directa entre los participantes y el espectador, de la textura de la carne, del sonido de los movimientos, y de la atmósfera sensorial del espacio. Ninguna imagen fotográfica o video puede capturar completamente la experiencia sensorial e inmediata que se vivió en ese momento.
Un tercer ejemplo es el de Tania Bruguera, cuya performance *Tatlin’s Whisper #6* (2009) se desarrolló en un museo y se basó en una estructura de poder y control. En esta performance, los visitantes del museo eran detenidos por un grupo de guardias y llevados a una habitación donde tenían que repetir frases específicas. La totalidad de esta performance dependía de la tensión emocional, la imposición de autoridad y la resistencia del espectador, lo que no puede ser completamente registrado por ninguna imagen.
La performance como experiencia inmediata y no documentable
Phelan describe la performance no como una obra, sino como un evento que ocurre en un momento y lugar concretos. Esto implica que su totalidad no puede ser capturada por imágenes o textos, ya que estos son representaciones que no pueden reproducir la complejidad sensorial y emocional de la experiencia escénica. Para Phelan, la performance es una experiencia inmediata que se produce entre el cuerpo del artista y el cuerpo del espectador, y que depende del espacio, el tiempo y la presencia física de ambos.
Además, Phelan sostiene que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional. Esto lleva a Phelan a cuestionar la lógica tradicional de la representación y a proponer una nueva forma de pensar sobre el arte escénico.
Por ejemplo, en la performance *Rhythm 0* de Marina Abramović (1974), la artista se puso delante de un público que tenía a su disposición 72 objetos que podía usar sobre ella. La performance terminó cuando Abramović se desangró y tuvo que ser llevada a un hospital. Esta experiencia no puede ser capturada por completo por imágenes, ya que su significado depende de la interacción directa entre los participantes y el espectador, de la tensión emocional y del peligro físico que se vivió en ese momento.
Recopilación de conceptos clave en la teoría de Peggy Phelan
- Performance como evento efímero: La performance no es una obra que pueda ser documentada o conservada, sino un evento que ocurre en un momento y lugar concretos. Su totalidad depende de su presencia inmediata.
- Imposibilidad de documentación: Según Phelan, cualquier intento de documentar una performance es necesariamente incompleto, ya que no puede capturar la totalidad de la experiencia escénica.
- Experiencia sensorial y emocional: La performance implica una experiencia sensorial, emocional y social que trasciende cualquier registro visual o textual.
- Crítica a la lógica de la representación: Phelan cuestiona la idea de que una imagen o un texto pueda representar adecuadamente una performance, ya que esto implica una reducción y una interpretación.
- El cuerpo como medio y mensaje: En la performance, el cuerpo del artista no solo es un medio de expresión, sino también un mensaje en sí mismo.
- Presencia y ausencia: La performance se basa en la presencia física del artista y del espectador, lo que la hace única e irrepetible.
Peggy Phelan y la crítica a la documentación escénica
Phelan no solo cuestiona la capacidad de los medios audiovisuales para capturar la performance, sino que también propone una redefinición del valor del arte escénico. Para ella, la performance no debe ser evaluada por su capacidad de ser documentada, sino por su capacidad de crear una experiencia inmediata e irrepetible. Esta crítica se enmarca en una lucha más amplia contra la lógica de la representación y el documento, que ha dominado la historia del arte en el siglo XX.
Además, Phelan argumenta que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional. Esto lleva a Phelan a proponer una nueva forma de pensar sobre el arte escénico, una que no dependa de su capacidad de ser fijada en un registro permanente, sino que valorice su existencia única e irrepetible.
Por otro lado, Phelan también llama a una mayor atención hacia la experiencia directa del espectador, quien no puede ser sustituido por una imagen o un texto. Para ella, la performance es una experiencia que debe ser vivida, no representada. Esto implica una redefinición del arte escénico como algo que no se puede archivar ni conservar, sino que se vive en su momento y lugar específicos.
¿Para qué sirve el concepto de totalidad según Peggy Phelan?
El concepto de totalidad en la teoría de Peggy Phelan sirve, fundamentalmente, para redefinir el valor y la naturaleza de la performance. Al proponer que la performance es una experiencia efímera e irrepetible, Phelan cuestiona la lógica tradicional de la representación y el documento, y propone una nueva forma de pensar sobre el arte escénico. Este enfoque no solo tiene implicaciones teóricas, sino también prácticas, ya que lleva a una valoración del arte escénico que no depende de su capacidad de ser fijada en un registro permanente.
Por ejemplo, el concepto de totalidad permite a los teóricos y artistas entender la performance como algo que no puede ser replicado ni reconstituido de manera fiel. Esto implica una mayor atención hacia la experiencia inmediata del espectador, quien no puede ser sustituido por una imagen o un texto. Para Phelan, la performance no es un objeto que pueda ser documentado, sino un evento que trasciende cualquier registro. Esto lleva a una redefinición del arte escénico como algo que no se puede archivar ni conservar, sino que se vive en su momento y lugar concretos.
Así mismo, el concepto de totalidad también sirve para cuestionar la cultura de la representación, que ha dominado la historia del arte en el siglo XX. Phelan propone que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional.
El efímero como esencia del arte escénico
Phelan no solo cuestiona la capacidad de los medios audiovisuales para capturar la performance, sino que también propone una redefinición del valor del arte escénico. Para ella, la performance no debe ser evaluada por su capacidad de ser documentada, sino por su capacidad de crear una experiencia inmediata e irrepetible. Esta crítica se enmarca en una lucha más amplia contra la lógica de la representación y el documento, que ha dominado la historia del arte en el siglo XX.
Además, Phelan argumenta que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional. Esto lleva a Phelan a proponer una nueva forma de pensar sobre el arte escénico, una que no dependa de su capacidad de ser fijada en un registro permanente, sino que valorice su existencia única e irrepetible.
Por otro lado, Phelan también llama a una mayor atención hacia la experiencia directa del espectador, quien no puede ser sustituido por una imagen o un texto. Para ella, la performance es una experiencia que debe ser vivida, no representada. Esto implica una redefinición del arte escénico como algo que no se puede archivar ni conservar, sino que se vive en su momento y lugar específicos.
La performance como experiencia única e irrepetible
Phelan sostiene que la performance es una experiencia única e irrepetible, lo que implica que su valor y su significado residen precisamente en su no documentabilidad. Esta visión no solo cuestiona la lógica tradicional de la representación, sino que también plantea una nueva forma de pensar sobre el arte escénico. Para Phelan, la performance no es un objeto que pueda ser documentado, sino un evento que trasciende cualquier registro.
Además, Phelan cuestiona la idea de que una imagen o un texto pueda representar adecuadamente una performance, ya que esto implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional. Esto lleva a Phelan a proponer que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, sino a través de la experiencia directa del espectador.
Por ejemplo, en la performance *The Artist is Present* de Marina Abramović, la artista se sentó en silencio frente a un público que podía sentarse a su lado si querían. Esta experiencia no puede ser completamente capturada por las imágenes de la performance, ya que su significado depende de la presencia física, el silencio compartido y la conexión emocional entre la artista y el espectador. La totalidad de esta performance no puede ser replicada ni reconstituida de manera fiel.
El significado de la totalidad en la teoría de Peggy Phelan
Para Peggy Phelan, la totalidad no es un concepto abstracto, sino una experiencia concreta que se vive en el momento de la performance. Esta experiencia no puede ser capturada ni documentada de manera adecuada, ya que depende de la presencia física, el espacio y el tiempo específicos en que se desarrolla. Para Phelan, la totalidad de la performance es inseparable de su efemeridad, lo que la convierte en una experiencia que no puede ser replicada ni reconstituida de manera fiel.
Además, Phelan argumenta que la totalidad de la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional. Esto lleva a Phelan a cuestionar la lógica tradicional de la representación y a proponer una nueva forma de pensar sobre el arte escénico.
Por ejemplo, en la performance *Rhythm 0* de Marina Abramović, la artista se puso delante de un público que tenía a su disposición 72 objetos que podía usar sobre ella. La performance terminó cuando Abramović se desangró y tuvo que ser llevada a un hospital. Esta experiencia no puede ser capturada por completo por imágenes, ya que su significado depende de la interacción directa entre los participantes y el espectador, de la tensión emocional y del peligro físico que se vivió en ese momento.
¿De dónde surge el concepto de totalidad en Peggy Phelan?
El concepto de totalidad en Peggy Phelan surge de su crítica a la lógica de la representación y la documentación en la historia del arte. Phelan, influenciada por teóricos como Roland Barthes y Jacques Derrida, cuestiona la idea de que una imagen o un texto pueda representar adecuadamente una performance. Esta crítica se enmarca en una lucha más amplia contra la cultura de la representación, que ha dominado la historia del arte en el siglo XX.
Phelan desarrolla este concepto en su obra *Unseeing Vision*, publicada en 1993, en la que explora las limitaciones del documento fotográfico y cinematográfico para capturar la experiencia escénica. En este libro, Phelan argumenta que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional.
Además, Phelan está influenciada por la filosofía de la efemeridad y la presencia, que se enraízan en corrientes filosóficas como el fenomenismo y el existencialismo. Estas corrientes enfatizan la importancia de la experiencia inmediata y de la presencia física, lo que lleva a Phelan a proponer una nueva forma de pensar sobre el arte escénico.
El arte escénico como experiencia no documentable
Phelan no solo cuestiona la capacidad de los medios audiovisuales para capturar la performance, sino que también propone una redefinición del valor del arte escénico. Para ella, la performance no debe ser evaluada por su capacidad de ser documentada, sino por su capacidad de crear una experiencia inmediata e irrepetible. Esta crítica se enmarca en una lucha más amplia contra la lógica de la representación y el documento, que ha dominado la historia del arte en el siglo XX.
Además, Phelan argumenta que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional. Esto lleva a Phelan a proponer una nueva forma de pensar sobre el arte escénico, una que no dependa de su capacidad de ser fijada en un registro permanente, sino que valorice su existencia única e irrepetible.
Por otro lado, Phelan también llama a una mayor atención hacia la experiencia directa del espectador, quien no puede ser sustituido por una imagen o un texto. Para ella, la performance es una experiencia que debe ser vivida, no representada. Esto implica una redefinición del arte escénico como algo que no se puede archivar ni conservar, sino que se vive en su momento y lugar específicos.
¿Por qué es importante entender la totalidad según Peggy Phelan?
Entender el concepto de totalidad según Peggy Phelan es fundamental para comprender el valor y la naturaleza de la performance. Este enfoque no solo cuestiona la lógica tradicional de la representación y el documento, sino que también propone una nueva forma de pensar sobre el arte escénico. Al reconocer que la performance no puede ser documentada de manera adecuada, Phelan lleva a una valoración del arte escénico que no depende de su capacidad de ser fijada en un registro permanente, sino que valoriza su existencia única e irrepetible.
Además, este enfoque tiene implicaciones éticas, ya que lleva a una mayor atención hacia la experiencia inmediata del espectador, quien no puede ser sustituido por una imagen o un texto. Para Phelan, la performance no es un objeto que pueda ser documentado, sino un evento que trasciende cualquier registro. Esto implica una redefinición del arte escénico como algo que no se puede archivar ni conservar, sino que se vive en su momento y lugar concretos.
Por otro lado, el concepto de totalidad también sirve para cuestionar la cultura de la representación, que ha dominado la historia del arte en el siglo XX. Phelan propone que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional.
Cómo aplicar el concepto de totalidad en la práctica artística
El concepto de totalidad según Peggy Phelan puede aplicarse en la práctica artística de varias maneras. En primer lugar, los artistas pueden enfocar su trabajo en la creación de experiencias escénicas que prioricen la presencia inmediata y la interacción con el espectador. Esto implica una valoración del cuerpo, del espacio y del tiempo como elementos esenciales de la performance.
Por ejemplo, un artista podría diseñar una performance que se centre en la conexión emocional entre el artista y el espectador, evitando la necesidad de documentación o registro. Esto puede lograrse mediante la creación de espacios que inviten a una participación activa del público o mediante la utilización de elementos sensoriales como el sonido, el olfato o el tacto.
Además, los artistas pueden experimentar con la efemeridad como una herramienta creativa. Esto implica aceptar que la performance no puede ser replicada ni reconstituida de manera fiel, lo que lleva a una valoración del arte escénico que no depende de su capacidad de ser fijada en un registro permanente. Esta visión permite a los artistas explorar nuevas formas de pensar sobre el arte escénico, que no se basen en la lógica de la representación, sino en la experiencia directa del espectador.
Peggy Phelan y la crítica a la lógica del documento
Phelan no solo cuestiona la capacidad de los medios audiovisuales para capturar la performance, sino que también propone una redefinición del valor del arte escénico. Para ella, la performance no debe ser evaluada por su capacidad de ser documentada, sino por su capacidad de crear una experiencia inmediata e irrepetible. Esta crítica se enmarca en una lucha más amplia contra la lógica de la representación y el documento, que ha dominado la historia del arte en el siglo XX.
Además, Phelan argumenta que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional. Esto lleva a Phelan a proponer una nueva forma de pensar sobre el arte escénico, una que no dependa de su capacidad de ser fijada en un registro permanente, sino que valorice su existencia única e irrepetible.
Por otro lado, Phelan también llama a una mayor atención hacia la experiencia directa del espectador, quien no puede ser sustituido por una imagen o un texto. Para ella, la performance es una experiencia que debe ser vivida, no representada. Esto implica una redefinición del arte escénico como algo que no se puede archivar ni conservar, sino que se vive en su momento y lugar específicos.
La importancia de la experiencia en la teoría de Peggy Phelan
Phelan no solo cuestiona la capacidad de los medios audiovisuales para capturar la performance, sino que también propone una redefinición del valor del arte escénico. Para ella, la performance no debe ser evaluada por su capacidad de ser documentada, sino por su capacidad de crear una experiencia inmediata e irrepetible. Esta crítica se enmarca en una lucha más amplia contra la lógica de la representación y el documento, que ha dominado la historia del arte en el siglo XX.
Además, Phelan argumenta que la performance no puede ser entendida a través de su documentación, ya que cualquier registro de la performance implica una selección, una interpretación y una reducción de lo que fue una experiencia compleja y multidimensional. Esto lleva a Phelan a proponer una nueva forma de pensar sobre el arte escénico, una que no dependa de su capacidad de ser fijada en un registro permanente, sino que valorice su existencia única e irrepetible.
Por otro lado, Phelan también llama a una mayor atención hacia la experiencia directa del espectador,
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