El saber común práctico e irreflexivo es un concepto que describe una forma de conocimiento que se transmite de manera informal y no se basa en análisis profundos o teóricos. Este tipo de conocimiento está presente en la cotidianidad de las personas y se utiliza sin cuestionar su origen o validez. A lo largo de este artículo exploraremos a fondo qué implica este término, su relevancia en la vida diaria, y cómo se compara con otros tipos de conocimiento más formales.
¿Qué es el saber común práctico e irreflexivo?
El saber común práctico e irreflexivo se refiere a aquellas formas de conocimiento que las personas adquieren a través de la experiencia cotidiana, sin pasar por procesos académicos o teóricos. Este tipo de conocimiento es espontáneo, funcional y se transmite de manera informal entre individuos, comunidades o grupos sociales. Por ejemplo, una madre que enseña a su hija a cocinar sin explicar los principios químicos de la cocción, está transmitiendo un saber común práctico y, en muchos casos, irreflexivo.
Este tipo de conocimiento no se basa en razonamientos complejos ni en la crítica intelectual. Más bien, se fundamenta en la repetición, la observación y la imitación. Se caracteriza por ser útil para la vida diaria, pero no necesariamente válido desde un punto de vista científico o académico. A menudo, este saber se acepta como verdad sin cuestionar su origen o sus limitaciones.
La influencia del entorno en la formación del saber común
El entorno social y cultural en el que una persona se desenvuelve tiene una influencia fundamental en la formación del saber común. Desde la infancia, las personas absorben conocimientos a través de lo que ven, escuchan y experimentan. Este aprendizaje no es planificado ni enseñado de manera formal, sino que se adquiere de forma natural, por ejemplo, al observar a los adultos resolver problemas, manejar herramientas o interactuar con otros.
También te puede interesar
Este proceso puede incluir también creencias, supersticiones o costumbres que no tienen base científica pero que se mantienen por tradición o por la confianza en su utilidad. Por ejemplo, en algunas culturas se cree que lavarse las manos con agua fría es mejor que con agua caliente, sin que haya una base científica sólida detrás de esta práctica. Este tipo de conocimiento, aunque útil en ciertos contextos, puede ser limitado o incluso perjudicial si no se somete a revisión crítica.
El saber común y su relación con la educación formal
Una diferencia clave entre el saber común y el conocimiento académico es que este último se construye a través de métodos sistemáticos, validados y cuestionados. En cambio, el saber común no pasa por procesos de validación científica ni reflexión crítica. Esto no lo hace menos útil en ciertos contextos, pero sí lo hace más susceptible a errores o a la perpetuación de ideas no contrastadas.
En la educación formal, el saber común puede servir como punto de partida para desarrollar conocimientos más profundos. Por ejemplo, un niño que sabe de memoria las tablas de multiplicar por repetición (saber común) puede, con la ayuda de un maestro, comprender el concepto matemático detrás de esas operaciones. De este modo, el saber común puede ser una base, pero no un sustituto del conocimiento reflexivo y crítico.
Ejemplos de saber común práctico e irreflexivo en la vida cotidiana
El saber común práctico e irreflexivo se manifiesta de muchas maneras en la vida diaria. A continuación, se presentan algunos ejemplos:
- Cocina casera: Muchas recetas se transmiten de generación en generación sin explicar los principios culinarios o químicos que subyacen a cada paso.
- Reparación de objetos: Un padre que enseña a su hijo a reparar una bicicleta sin explicar los fundamentos de la física o ingeniería.
- Ritual de salud: Creer que beber un té de hierbas es mejor que ir al médico para ciertos malestares, sin cuestionar la eficacia de la hierba.
- Conversaciones informales: Frases como el sol sale por el este y se pone por el oeste son aceptadas sin cuestionar las razones astronómicas detrás de ello.
Estos ejemplos ilustran cómo el saber común se convierte en una herramienta útil, aunque a menudo no cuestionada ni reflexiva.
El saber común como base de la cultura popular
El saber común no solo se limita a la vida individual, sino que también es un pilar de la cultura popular. Las tradiciones, costumbres y creencias de una comunidad se construyen, en gran parte, sobre este tipo de conocimiento. Por ejemplo, en muchas culturas existe la creencia de que tocar un objeto que cae de un techo trae mala suerte. Este saber, aunque irreflexivo, se mantiene porque forma parte de la identidad cultural y social.
Este tipo de conocimiento también se refleja en la literatura, el folclore y las expresiones artísticas. Cuentos infantiles, refranes, y refranes populares son ejemplos de saberes comúnmente aceptados que no necesitan validación científica para ser transmitidos y utilizados.
Recopilación de saberes comunes en diferentes contextos
A continuación, se presenta una lista de saberes comunes prácticos e irreflexivos en diferentes contextos sociales:
En el hogar:
- Cómo preparar un caldo de pollo sin usar libros de cocina.
- Cómo doblar ropa de manera eficiente sin necesidad de instrucciones.
- Cómo reconocer que un alimento ha caducado por su olor o sabor.
En el trabajo:
- Cómo manejar una herramienta de oficio sin haber recibido formación técnica.
- Cómo resolver conflictos en el equipo con base en la experiencia.
- Cómo optimizar una rutina diaria sin seguir protocolos oficiales.
En la salud:
- Cómo aplicar remedios caseros para el dolor de cabeza.
- Cómo identificar la diferencia entre un resfriado y una alergia sin consultas médicas.
- Cómo usar plantas medicinales según la experiencia familiar.
El saber común como herramienta de supervivencia
El saber común práctico e irreflexivo no solo facilita la vida diaria, sino que también ha sido fundamental para la supervivencia humana a lo largo de la historia. Antes de la existencia de la ciencia moderna, las personas dependían del conocimiento transmitido oralmente para sobrevivir. Por ejemplo, los pueblos indígenas conocían las propiedades de las plantas medicinales, la manera de construir refugios con materiales locales y cómo predecir el clima observando el comportamiento de los animales.
Este tipo de conocimiento, aunque no siempre validado por métodos científicos, ha permitido a las sociedades adaptarse a sus entornos y desarrollar técnicas eficaces para la caza, la agricultura y la construcción. Aunque con el tiempo se han desarrollado métodos más sistemáticos y validados, el saber común sigue siendo una parte importante de la cultura y la identidad de muchas comunidades.
¿Para qué sirve el saber común práctico e irreflexivo?
El saber común práctico e irreflexivo sirve principalmente para resolver problemas cotidianos de manera rápida y eficiente, sin necesidad de recurrir a análisis complejos. Por ejemplo, alguien que ha aprendido a reparar un electrodoméstico por observación puede solucionar el problema sin necesidad de un técnico. Este tipo de conocimiento también permite la adaptación a situaciones imprevistas, como cuando se debe improvisar una solución en ausencia de herramientas o recursos.
Además, el saber común facilita la transmisión cultural y el fortalecimiento de los vínculos sociales. Por ejemplo, un abuelo que enseña a su nieto a pescar no solo le transmite una habilidad práctica, sino también una tradición familiar que refuerza la identidad y los valores de la comunidad.
Variantes del saber común en diferentes contextos sociales
Aunque el saber común práctico e irreflexivo tiene características universales, su expresión varía según el contexto social y cultural. En sociedades urbanas, el saber común se puede manifestar en formas como el uso de aplicaciones móviles sin instrucciones formales o el conocimiento de rutas de transporte público adquirido por repetición. En cambio, en sociedades rurales o indígenas, el saber común puede estar más relacionado con la agricultura, la medicina tradicional o la caza.
También existen diferencias entre géneros. Por ejemplo, en muchas culturas, las mujeres son responsables de transmitir conocimientos relacionados con la cocina, la salud familiar y el cuidado infantil, mientras que los hombres pueden encargarse de tareas más técnicas o relacionadas con la construcción. Estas divisiones no son absolutas, pero reflejan cómo el saber común se organiza dentro de un marco social específico.
El saber común y su papel en la educación
En la educación, el saber común puede funcionar como un punto de partida para construir conocimientos más complejos. Por ejemplo, un niño que ya sabe contar puede aprender matemáticas formales a partir de ese conocimiento. De manera similar, una persona que ha aprendido a manejar herramientas básicas puede, con formación adicional, convertirse en un artesano o técnico especializado.
Sin embargo, la educación formal también debe enseñar a los estudiantes a cuestionar y reflexionar sobre el saber común. Esto implica desarrollar habilidades críticas que permitan identificar cuando el saber común es útil, cuando es perjudicial, y cuándo necesitamos buscar fuentes más confiables o validadas.
El significado del saber común práctico e irreflexivo
El saber común práctico e irreflexivo representa una forma de conocimiento basada en la experiencia directa, la imitación y la tradición. A diferencia de los saberes académicos, no se construye a partir de teorías ni sistemas formales, sino que se adquiere de manera informal y espontánea. Su valor radica en su utilidad para la vida diaria, aunque también tiene limitaciones debido a su naturaleza no cuestionada.
Este tipo de conocimiento puede ser un recurso valioso, especialmente en situaciones de crisis o cuando el acceso a la educación formal es limitado. Sin embargo, también puede perpetuar ideas erróneas o ineficaces si no se revisa con una perspectiva crítica. Por ejemplo, creer que aplicar alcohol a una herida es mejor que usar antisépticos médicos puede ser un saber común, pero no siempre es la mejor opción desde el punto de vista sanitario.
¿De dónde proviene el saber común práctico e irreflexivo?
El saber común práctico e irreflexivo tiene sus raíces en la observación, la imitación y la experiencia vivida. Se transmite oralmente, a través de la práctica y la repetición, y se mantiene en la comunidad a través de generaciones. En sociedades premodernas, este tipo de conocimiento era fundamental para la supervivencia, ya que permitía a las personas adaptarse a su entorno sin necesidad de una formación académica.
Con el tiempo, el saber común ha evolucionado, incorporando elementos de la tecnología y los avances científicos. Sin embargo, su núcleo sigue siendo el mismo: un conocimiento útil, práctico y basado en la experiencia directa. Aunque no siempre es válido desde un punto de vista científico, su relevancia en la vida cotidiana no puede ignorarse.
Variantes del saber común en diferentes grupos sociales
El saber común no es uniforme ni universal. Varía según la cultura, la edad, el género, la profesión y el nivel socioeconómico. Por ejemplo, una persona que vive en una zona rural puede tener un saber común muy diferente al de alguien que vive en una ciudad metropolitana. Lo mismo ocurre con personas de diferentes generaciones: los jóvenes suelen tener un saber común relacionado con la tecnología y las redes sociales, mientras que los adultos mayores pueden tener un conocimiento más práctico y tradicional.
Estas diferencias reflejan cómo el saber común está influenciado por el entorno y las experiencias personales. Aunque puede haber solapamientos, cada grupo social desarrolla su propia forma de entender y resolver problemas, basada en lo que le es más accesible y relevante.
¿Cómo se transmite el saber común práctico e irreflexivo?
La transmisión del saber común práctico e irreflexivo ocurre principalmente a través de la observación, la imitación y la práctica. No requiere de un proceso formal ni de un instructor con conocimientos teóricos. Por ejemplo, un niño aprende a montar una bicicleta observando a un adulto y practicando repetidamente, sin necesidad de entender los principios físicos que intervienen.
Este tipo de transmisión también se da en el ámbito laboral, donde los trabajadores aprenden técnicas y métodos por la observación de sus compañeros o supervisores. En algunos casos, se utilizan manuales o instrucciones, pero la mayor parte del conocimiento se transmite de forma informal, a través de conversaciones, preguntas y errores.
Cómo usar el saber común práctico e irreflexivo en situaciones cotidianas
El saber común práctico e irreflexivo puede aplicarse en diversas situaciones de la vida diaria. A continuación, se presentan algunas formas de usarlo:
- En la cocina: Seguir recetas tradicionales sin necesidad de instrucciones formales.
- En el hogar: Aprender a reparar objetos con base en la observación y la práctica.
- En la salud: Usar remedios caseros basados en la experiencia familiar.
- En el trabajo: Desarrollar habilidades prácticas sin formación técnica formal.
- En el ocio: Aprender a tocar un instrumento por imitación y repetición.
Aunque este tipo de conocimiento es útil, es importante complementarlo con información más crítica y validada cuando sea necesario.
El papel del saber común en la adaptación social
El saber común práctico e irreflexivo también juega un papel fundamental en la adaptación social. Permite a las personas integrarse en comunidades y entender cómo funcionan los roles, normas y comportamientos esperados. Por ejemplo, alguien que acaba de llegar a una nueva ciudad puede aprender rápidamente qué comportamientos son aceptables, qué lugares visitar y qué evitar, simplemente observando a los demás.
Este tipo de conocimiento no solo facilita la convivencia, sino que también ayuda a las personas a sentirse parte de un grupo. A través del saber común, se construyen identidades colectivas y se mantienen las tradiciones culturales, incluso en sociedades modernas y globalizadas.
El saber común y su evolución en la era digital
En la era digital, el saber común práctico e irreflexivo está evolucionando rápidamente. Aunque sigue siendo transmitido de manera informal, ahora también se comparte a través de redes sociales, videos en YouTube, foros y aplicaciones móviles. Esto ha permitido que el saber común sea más accesible, pero también más vulnerable a la desinformación.
Por ejemplo, muchos remedios caseros o consejos de salud se comparten en internet sin validación científica. Esto puede ser útil en algunos casos, pero también peligroso si se toma como único criterio para tomar decisiones de salud o seguridad. Por ello, es fundamental desarrollar una alfabetización digital que permita a las personas discernir entre el saber común útil y el que puede ser perjudicial.
Adam es un escritor y editor con experiencia en una amplia gama de temas de no ficción. Su habilidad es encontrar la «historia» detrás de cualquier tema, haciéndolo relevante e interesante para el lector.
INDICE