Que es el idealismo en las relaciones internacionales

El idealismo en las relaciones internacionales es una corriente teórica que busca explicar la dinámica de los Estados a través de principios morales, éticos y normativos. En lugar de centrarse únicamente en el poder, la seguridad o el interés nacional, como hacen otras escuelas como el realismo, el idealismo propone que las decisiones internacionales pueden guiarse por valores universales como la justicia, la cooperación y el bien común. Este enfoque ha tenido una influencia notable en la creación de instituciones internacionales y en el desarrollo de normas globales. En este artículo exploraremos en profundidad qué es el idealismo en las relaciones internacionales, sus orígenes, sus principales representantes, ejemplos prácticos y su relevancia en la actualidad.

¿Qué es el idealismo en las relaciones internacionales?

El idealismo en las relaciones internacionales es una corriente académica que sostiene que las naciones pueden colaborar basándose en principios morales y en el respeto a normas internacionales. A diferencia del realismo, que asume que el mundo es un entorno hostil y que los Estados buscan su propia supervivencia por encima de todo, el idealismo sostiene que existe la posibilidad de construir una orden internacional más justa y pacífica. Esta corriente fue muy influyente durante el periodo que siguió a las dos guerras mundiales, especialmente en la fundación de la ONU (Organización de las Naciones Unidas) y en el desarrollo del derecho internacional.

Un dato histórico interesante es que el idealismo internacional tuvo su origen en la primera mitad del siglo XX, en respuesta a la devastación causada por la Primera Guerra Mundial. Pensadores como Woodrow Wilson, con su famoso discurso de los Catorce Puntos, propusieron un mundo basado en principios democráticos, autodeterminación y cooperación internacional. Aunque inicialmente fue visto como utópico, su influencia se consolidó con la creación de la Sociedad de Naciones y, posteriormente, de la ONU.

Además de su relevancia histórica, el idealismo sigue siendo un marco teórico útil para analizar movimientos internacionales como el multilateralismo, el derecho humanitario y la cooperación global en temas como el cambio climático, los derechos humanos y el desarrollo sostenible. En este sentido, el idealismo no solo busca explicar el comportamiento de los Estados, sino también proponer alternativas para un futuro más equitativo.

La visión normativa del orden internacional

Una de las características principales del idealismo en las relaciones internacionales es su enfoque en la normatividad y en el papel de las instituciones multilaterales. Desde esta perspectiva, el comportamiento de los Estados no solo está determinado por su interés nacional, sino también por compromisos con instituciones, tratados y normas internacionales. El idealismo sostiene que los Estados pueden ser persuadidos o incluso obligados a comportarse de manera cooperativa a través de acuerdos legales, convenciones y reglas globales.

Por ejemplo, el derecho internacional humanitario, como el Convenio de Ginebra, establece normas que los Estados deben seguir incluso en tiempos de guerra. El idealismo argumenta que, si se respetan estas normas, se puede reducir la violencia y promover la paz. Asimismo, en el contexto de los derechos humanos, el idealismo defiende que los Estados tienen una responsabilidad universal de proteger a los ciudadanos de otros países cuando estos son víctimas de violaciones graves, como genocidios o crímenes de lesa humanidad.

Otro aspecto importante es el papel de las instituciones internacionales, como la Organización Mundial del Comercio (OMC) o el Banco Mundial, que promueven reglas y estándares que los Estados deben seguir. Estas instituciones, según el idealismo, no solo regulan el comportamiento internacional, sino que también facilitan la cooperación entre Estados que de otro modo actuarían de forma competitiva o incluso hostil.

El idealismo y el multilateralismo en la era contemporánea

En la actualidad, el idealismo se manifiesta en la creencia de que los problemas globales, como el cambio climático, la pandemia, la inmigración y la pobreza mundial, no pueden ser abordados por un solo Estado. Por el contrario, requieren soluciones multilaterales y cooperativas. Esta visión se basa en la idea de que los Estados, aunque tengan intereses distintos, comparten un destino común y, por tanto, deben colaborar para resolver desafíos que trascienden las fronteras nacionales.

Un ejemplo relevante es el Acuerdo de París sobre el cambio climático, firmado en 2015. Este tratado, respaldado por cientos de países, representa una aplicación práctica del idealismo, ya que implica compromisos voluntarios por parte de los Estados para reducir sus emisiones de gases de efecto invernadero. Aunque no todos los países cumplen con su parte, el hecho de que tantas naciones hayan firmado el acuerdo demuestra que existe una conciencia compartida sobre la necesidad de actuar juntos.

Además, el idealismo también se manifiesta en el apoyo a organizaciones no gubernamentales (ONGs) y en el fortalecimiento de la diplomacia preventiva, que busca resolver conflictos antes de que se conviertan en conflictos armados. En este contexto, el idealismo no solo es una teoría académica, sino también una guía para la acción política y diplomática en el mundo moderno.

Ejemplos prácticos de idealismo en la política internacional

Existen múltiples ejemplos históricos y contemporáneos que ilustran cómo el idealismo ha influido en la política internacional. Uno de los más destacados es la fundación de la Organización de las Naciones Unidas (ONU) en 1945, con el objetivo de prevenir futuros conflictos mundiales y promover el desarrollo económico y social. La Carta de la ONU establece principios como la igualdad de los Estados, la no intervención, la solución pacífica de conflictos y el respeto al derecho internacional.

Otro ejemplo es el Tratado de No Proliferación Nuclear (TNP), firmado en 1968, que busca prevenir la propagación de armas nucleares y fomentar la desarme. Aunque no todos los Estados lo cumplen, el hecho de que tantos países lo hayan ratificado refleja un consenso internacional sobre el valor de la cooperación para garantizar la seguridad global.

También podemos mencionar el Tratado de Lisboa (2009), que reformó la Unión Europea y estableció principios como la protección de los derechos fundamentales, el respeto al Estado de derecho y la promoción de la paz y la justicia. Estos ejemplos muestran cómo el idealismo no solo influye en la teoría, sino que también tiene aplicaciones prácticas en el diseño de políticas y acuerdos internacionales.

El idealismo como marco conceptual para la cooperación global

El idealismo proporciona un marco conceptual para entender cómo los Estados pueden colaborar en lugar de competir. En este enfoque, la cooperación no se limita a intereses inmediatos, sino que se basa en valores compartidos, como la justicia, la paz y el desarrollo sostenible. Este marco conceptual se aplica especialmente en áreas como el comercio internacional, la salud global, la educación y la protección del medio ambiente.

Una de las ventajas del idealismo es que permite pensar en soluciones que no solo benefician a un país, sino que también mejoran la situación mundial. Por ejemplo, en el contexto de la salud pública, el idealismo promueve la cooperación en el desarrollo de vacunas, como ocurrió durante la pandemia de COVID-19 con iniciativas como COVAX, que busca garantizar que todos los países tengan acceso equitativo a vacunas.

Además, el idealismo también se manifiesta en el fortalecimiento de mecanismos de resolución de conflictos, como los tribunales internacionales, que buscan resolver disputas sin recurrir a la violencia. Estos ejemplos muestran cómo el idealismo puede funcionar como una guía para construir una orden internacional más justa y pacífica.

Principales representantes del idealismo en las relaciones internacionales

El idealismo en las relaciones internacionales ha sido defendido por diversos académicos y políticos a lo largo del siglo XX. Entre los más destacados se encuentran:

• Woodrow Wilson: El presidente estadounidense es considerado el arquitecto del idealismo moderno. Su discurso de los Catorce Puntos (1918) propuso un mundo basado en principios democráticos, autodeterminación y cooperación internacional. Fue fundamental en la creación de la Sociedad de Naciones.
• Norman Angell: Su libro The Great Illusion (1910) argumentaba que las guerras no eran necesarias y que los Estados podían beneficiarse mutuamente a través del comercio y la cooperación.
• Alfred Zimmern: Un teórico británico que defendía la idea de un gobierno mundial basado en instituciones democráticas y multilaterales.
• Hans Kelsen: Jurista austríaco que desarrolló la teoría del positivismo jurídico y defendía el derecho internacional como un sistema normativo superior al poder de los Estados.

Estos pensadores, entre otros, sentaron las bases teóricas del idealismo y contribuyeron a la consolidación de instituciones internacionales que siguen vigentes en la actualidad.

El idealismo frente a otras corrientes teóricas

El idealismo en las relaciones internacionales se diferencia claramente de otras corrientes teóricas, como el realismo, el marxismo o el constructivismo. Mientras que el realismo asume que los Estados actúan en su propio interés y que la anarquía internacional es un hecho dado, el idealismo sostiene que es posible construir una orden internacional más justa basada en principios éticos y normativos.

Por ejemplo, el realismo se centra en el poder y la seguridad nacional, mientras que el idealismo se enfoca en la cooperación y en el cumplimiento de normas internacionales. El marxismo, por su parte, critica el sistema capitalista y ve las relaciones internacionales como una lucha de clases entre países centrales y periféricos, lo que contrasta con la visión más normativa del idealismo.

A pesar de estas diferencias, el idealismo no es una corriente estática. Con el tiempo, ha evolucionado para incorporar elementos de otras teorías. Por ejemplo, el idealismo contemporáneo reconoce que los Estados no siempre actúan de manera cooperativa, pero mantiene la creencia de que las instituciones internacionales y las normas pueden influir en su comportamiento.

¿Para qué sirve el idealismo en las relaciones internacionales?

El idealismo sirve para ofrecer un marco ético y normativo que guía la acción internacional. Su utilidad se manifiesta en tres aspectos principales: primero, como una base teórica para la cooperación entre Estados; segundo, como un fundamento para el desarrollo de instituciones internacionales; y tercero, como una herramienta para promover valores universales como la paz, la justicia y los derechos humanos.

Por ejemplo, el idealismo es fundamental en la creación de tratados internacionales que regulan temas como el comercio, el medio ambiente o los derechos humanos. Estos tratados, aunque no siempre se cumplen, establecen un marco normativo que limita el comportamiento de los Estados y fomenta la cooperación. Además, el idealismo también permite justificar intervenciones internacionales basadas en principios humanitarios, como ocurrió en la intervención en Kosovo (1999) para detener la limpieza étnica.

En resumen, el idealismo no solo explica cómo los Estados pueden actuar de manera cooperativa, sino que también proporciona un fundamento moral para hacerlo. Aunque enfrenta críticas por ser idealista o utópico, sigue siendo una corriente relevante en el análisis de las relaciones internacionales.

El idealismo y el pensamiento utópico en la política global

El idealismo a menudo se asocia con el pensamiento utópico, ya que ambos buscan un mundo más justo y equitativo. Sin embargo, el idealismo no es simplemente una visión utópica, sino una corriente teórica que ofrece soluciones prácticas basadas en principios éticos y normativos. En este sentido, el idealismo no se limita a soñar con un mundo mejor, sino que busca construirlo a través de instituciones, normas y acuerdos internacionales.

Un ejemplo de esta combinación de utopía y realismo es el proyecto de una federación mundial, propuesto por varios idealistas en el siglo XX. Aunque esta visión nunca se ha materializado, ha influido en la creación de instituciones como la ONU, que, aunque no es una federación, representa un esfuerzo por crear un orden internacional basado en principios comunes.

Además, el idealismo también se manifiesta en movimientos sociales y en la participación ciudadana en la política internacional. Por ejemplo, movimientos como Fridays for Future o Berta Caceres Network han utilizado principios idealistas para presionar a los gobiernos a actuar en favor del medio ambiente y los derechos humanos. En este contexto, el idealismo no solo es una corriente académica, sino también una fuerza impulsora de la política global.

El papel del idealismo en la diplomacia preventiva

La diplomacia preventiva es una herramienta que busca resolver conflictos antes de que se conviertan en conflictos armados. En este contexto, el idealismo desempeña un papel fundamental al promover la cooperación, el diálogo y la resolución pacífica de diferencias. A diferencia del realismo, que asume que los conflictos son inevitables, el idealismo sostiene que es posible evitarlos mediante el cumplimiento de normas, la construcción de confianza y el fortalecimiento de instituciones internacionales.

Un ejemplo clásico es la diplomacia preventiva en el conflicto entre Israel y Palestina, donde organismos como la ONU han intentado mediar para evitar el estallido de nuevas guerras. Aunque los resultados no siempre han sido exitosos, el hecho de que se intenten soluciones diplomáticas basadas en principios como la justicia, la autodeterminación y el derecho internacional refleja una visión idealista de la política internacional.

Asimismo, el idealismo también influye en la política de no intervención preventiva, que busca evitar conflictos mediante la promoción de la democracia, el desarrollo económico y la educación. En este sentido, el idealismo no solo busca resolver conflictos, sino también prevenirlos a través de políticas a largo plazo.

El significado del idealismo en las relaciones internacionales

El idealismo en las relaciones internacionales no es solo una corriente teórica, sino una visión del mundo que busca transformar la política internacional a través de principios éticos y normativos. Su significado radica en su capacidad para ofrecer alternativas a un sistema internacional dominado por el poder y la competencia. En lugar de asumir que los Estados siempre actúan en su propio interés, el idealismo propone que también pueden colaborar para resolver problemas globales.

Además, el idealismo tiene un valor pedagógico y transformador. Al enseñar a los estudiantes y a los líderes políticos que existe otra forma de ver el mundo, el idealismo fomenta la esperanza, la solidaridad y la responsabilidad compartida. Esto es especialmente importante en un mundo donde muchos desafíos, como el cambio climático o la pobreza mundial, requieren soluciones colectivas.

Por último, el idealismo también tiene un valor práctico en la construcción de instituciones y normas internacionales que regulan el comportamiento de los Estados. Aunque enfrenta críticas por ser idealista o utópico, su influencia en la historia y en la política internacional es innegable.

¿Cuál es el origen del término idealismo en las relaciones internacionales?

El término idealismo proviene del latín idealis, que a su vez deriva del griego eidos, que significa forma o esencia. En filosofía, el idealismo se refiere a la creencia de que la realidad es, en última instancia, mental o espiritual. En el contexto de las relaciones internacionales, el término se utiliza para describir una corriente teórica que ve en los valores, las normas y las instituciones internacionales una base para la cooperación entre los Estados.

El uso del término en el ámbito de las relaciones internacionales se consolidó en el siglo XX, especialmente después de la Primera Guerra Mundial. Fue en este contexto que pensadores como Woodrow Wilson comenzaron a proponer un orden internacional basado en principios democráticos y en la cooperación multilateral. Así, el idealismo se convirtió en una respuesta a la visión realista dominante y a la necesidad de construir un mundo más justo y pacífico.

Aunque el idealismo ha evolucionado con el tiempo, su raíz filosófica sigue siendo fundamental. En lugar de ver el mundo internacional como un campo de lucha constante por el poder, el idealismo lo ve como un espacio donde los Estados pueden colaborar para resolver problemas comunes basándose en principios éticos y normativos.

El idealismo y la visión normativa del mundo internacional

El idealismo aporta una visión normativa del mundo internacional, esto es, una visión que no solo describe cómo actúan los Estados, sino que también prescribe cómo deberían actuar. En este sentido, el idealismo no se limita a analizar la realidad, sino que busca transformarla a través de principios como la justicia, la paz, los derechos humanos y el desarrollo sostenible.

Esta visión normativa es especialmente relevante en contextos donde los Estados no actúan de manera cooperativa. Por ejemplo, en situaciones de conflicto o crisis humanitaria, el idealismo proporciona un marco ético para justificar intervenciones basadas en principios humanitarios. Aunque esto no siempre es fácil ni popular, el idealismo mantiene la creencia de que los Estados tienen una responsabilidad universal de proteger a los ciudadanos de otros países cuando estos son víctimas de violaciones graves.

Además, el idealismo también influye en la educación y en la formación de líderes políticos. Al enseñar a los estudiantes que existe otra forma de ver el mundo, el idealismo fomenta la esperanza, la solidaridad y la responsabilidad compartida. En este sentido, el idealismo no solo es una corriente teórica, sino también una fuerza transformadora en la política internacional.

¿Cómo se aplica el idealismo en la política exterior?

El idealismo se aplica en la política exterior a través de decisiones que priorizan los valores éticos, la cooperación internacional y el cumplimiento de normas globales. Por ejemplo, un país con una política exterior idealista puede firmar acuerdos internacionales basados en principios como la justicia, los derechos humanos y el medio ambiente, incluso si esto no beneficia inmediatamente su interés nacional.

Un caso concreto es el compromiso de algunos países con el Acuerdo de París sobre el cambio climático. Aunque algunos Estados lo han abandonado por motivos políticos o económicos, otros lo han mantenido como un compromiso ético con el planeta y con las generaciones futuras. Esto refleja una visión idealista de la política exterior, donde los Estados actúan no solo por interés, sino también por responsabilidad.

Otro ejemplo es la participación de Estados en misiones de paz de la ONU. Aunque no siempre son exitosas, estas misiones reflejan una visión idealista de la política exterior, donde los Estados colaboran para mantener la paz y la estabilidad en regiones afectadas por conflictos. En estos casos, los Estados actúan no solo en su propio interés, sino también en el interés común.

Cómo usar el idealismo en la política internacional y ejemplos de uso

El idealismo puede aplicarse en la política internacional a través de tres estrategias principales: la cooperación multilateral, la defensa de normas internacionales y la promoción de valores éticos. Estas estrategias no solo son teóricas, sino que también tienen aplicaciones prácticas en la política exterior de los Estados.

Por ejemplo, la cooperación multilateral se manifiesta en el apoyo a instituciones internacionales como la ONU, el Banco Mundial o la OMC. Estas instituciones permiten a los Estados colaborar en áreas como el comercio, la salud y el medio ambiente, basándose en normas y reglas compartidas.

Otra forma de aplicar el idealismo es mediante la defensa de normas internacionales. Por ejemplo, un país puede firmar y cumplir tratados sobre derechos humanos, no intervención o desarme nuclear, incluso si esto no beneficia su interés inmediato. Este tipo de compromiso refleja una visión idealista de la política internacional.

Finalmente, el idealismo también se manifiesta en la promoción de valores éticos a nivel global. Esto puede incluir apoyar movimientos sociales, defender los derechos humanos o promover la educación y el desarrollo sostenible. En todos estos casos, el idealismo no solo se aplica a nivel teórico, sino que también tiene un impacto práctico en la política internacional.

El idealismo y el rol del ciudadano global

Aunque el idealismo se suele asociar con gobiernos e instituciones internacionales, también tiene un papel importante en el rol del ciudadano global. En un mundo cada vez más interconectado, los individuos tienen más capacidad para influir en la política internacional a través de la presión ciudadana, la educación y la participación en movimientos sociales.

Por ejemplo, movimientos como Fridays for Future, liderados por jóvenes como Greta Thunberg, reflejan una visión idealista de la política internacional, donde los ciudadanos exigen que los gobiernos actúen para proteger el medio ambiente. Estos movimientos no solo tienen un impacto simbólico, sino que también influyen en la agenda política de muchos países.

Además, el idealismo también se manifiesta en el trabajo de organizaciones no gubernamentales (ONGs) que abordan temas como los derechos humanos, la pobreza o la salud pública. Estas organizaciones trabajan en colaboración con gobiernos e instituciones internacionales para promover un mundo más justo y equitativo. En este contexto, el idealismo no solo es una corriente teórica, sino también una fuerza impulsora de la acción global.

Críticas al idealismo y su relevancia en la actualidad

A pesar de su influencia histórica y su importancia en el diseño de instituciones internacionales, el idealismo ha enfrentado críticas a lo largo del tiempo. Una de las críticas más comunes es que el idealismo es utópico y no tiene en cuenta la realidad política, donde los Estados actúan en su propio interés. Esta crítica proviene principalmente del realismo, que ve al idealismo como una visión ingenua del mundo internacional.

Otra crítica es que el idealismo a menudo no tiene en cuenta las desigualdades estructurales entre los Estados. Por ejemplo, los países centrales tienen más poder para influir en las normas internacionales, mientras que los países periféricos suelen ser los más afectados por la falta de cumplimiento de estos principios. Esta crítica proviene del marxismo y del constructivismo, que ven el idealismo como una herramienta de dominación ideológica.

A pesar de estas críticas, el idealismo sigue siendo relevante en la actualidad, especialmente en contextos donde los problemas globales requieren soluciones multilaterales. En un mundo marcado por el cambio climático, la pandemia, la migración y la desigualdad, el idealismo proporciona un marco ético para abordar estos desafíos. En este sentido, aunque el idealismo no es una panacea, sigue siendo una corriente teórica y práctica que puede contribuir a construir un mundo más justo y equitativo.